Cuando la nube cae, el internet recuerda su fragilidad.
El apagón de AWS como espejo de nuestra dependencia tecnológica y la fragilidad del sistema financiero mexicano.
El 19 de octubre de 2025, a las 11:48 de la noche, Amazon Web Services (AWS) —la nube donde vive buena parte de Internet— se detuvo. No fue un error técnico cualquiera. Fue un apagón global que dejó fuera de línea a bancos, apps de pago, servicios de streaming, aerolíneas y plataformas de comunicación. En pocas horas, medio planeta descubrió algo incómodo: todo lo que damos por hecho depende de unas cuantas máquinas en Virginia.
Durante casi 14 horas, 113 servicios de AWS dejaron de funcionar. Lo que causó el caos fue una condición de carrera —una especie de pelea entre dos procesos automáticos que terminaron borrando un registro clave del sistema. Ese pequeño error colapsó una red global.
Se estima que las pérdidas llegaron a US$75 millones por hora para las grandes plataformas. Y si se cuentan todas las empresas afectadas —bancos, comercios, aerolíneas, apps—, el impacto podría alcanzar los cientos de miles de millones de dólares.
Lo invisible se hizo visible
Cuando todo funciona, nadie…
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